No debéis rehuir trabajos y fatigas ( 2 Cor. 11, 27) Pág. 8
No escasearán ocasiones para poner en práctica un heroísmo callado, pero no por eso menos verdadero: miradas aviesas, afrenta, desprecio, ridículo, insultos, cansancio del cuerpo y del espíritu, fracaso, ingratitud, frió intenso, calor socofante, malos olores, problemas personales, etc.
Solo pregúntate: ¿Cómo pagare al Señor todo el bien que me ha hecho? (Salmo 116. 12)
Así sabrás que siempre resultamos deudores ante Dios. Subamos con Jesús y con María al Calvario, que tan sólo un poco más arriba esta la Gloria.
El motivo que debe animar a los legionarios a la perseverancia, lo expresa Monseñor R. H. Benson en los siguientes términos: “Si el pecador se limitase con su pecado a arrojar a Cristo de sí, podríamos tal vez consentirle marchar. Pero es que, en frase aterradora de las Sagradas Escrituras – El pecador toma a Cristo en sus manos y vuelve a crucificarle, haciendo burla de El (Hb. 6 , 6).- y esto de ninguna manera podemos consentirlo” ( Pág. 335).
Nadie es tan perverso que no pueda ser rehabilitado y tampoco nadie es demasiado bueno ( Pág. 349).
Nunca hay razón para desanimarse, impedir aunque sea un sólo pecado grave , justificará los más arduos esfuerzos de un legionario, aún durante toda su vida. Puede ser que ese pecado impedido determine el destino eterno de esa alma ( Pág. 356).
Debemos recordar que la obra del Señor siempre llevará el signo distintivo de la cruz. Si no lo lleva, difícilmente podrá acreditarse como obra sobrenatural, y en consecuencia nunca será verdaderamente fructífera. El triunfar es una dicha, pero el fracaso no es más que el aplazamiento del triunfo ( Pág. 358).
Solo la falta de confianza puede malograr el feliz resultado del trabajo legionario. Si tenemos Fé, Dios se servirá de nosotros en la conquista del mundo para gloria suya y felicidad nuestra. (Pág. 11)
A María no le corresponde suplir lo que el legionario no quiere dar, Ella nunca falla, la suerte de la empresa está en manos del legionario (Pág. 33).
El gran mandamiento del amor nos dice “ Amaras a tu prójimo como a ti mismo” (Lc. 19, 18), y una manera de dar amor es compartiendo todo ese caudal de gracias que hemos recibido del Señor y transmitir esa paz que hemos encontrado sirviendo a Dios en las filas de la Legión de María.
El legionario debe aportar: Oración, testimonio de vida, sacrificio, entrega y conocimiento del Manual.
En general, no hay lugar alguno en donde no se puedan reclutar socios para la Legión ( Pág. 215).
Nunca han sido los desocupados quienes han realizado la obra de la Iglesia.
¿No afirma San Juan Crisóstomo que jamás pudo convencerse de que se salvarían los que nunca habían hecho nada por salvar al prójimo? ( Pág. 217).
Si en una localidad hay realmente dificultad para encontrar socios, esto es señal del bajo nivel espiritual, esto lejos de justificar el cruzarse de brazos o desanimarse, nos muestra la palpable necesidad de fundar la Legión en esa localidad, a fin de que sea la levadura buena que fermentará toda la masa.
Basta sólo: cinco o seis miembros para formar un Praesidium, una vez entregados de llenos, estos pocos al trabajo con perfecto conocimiento de sus obligaciones, no tardarán en hallar y alistar a otras personas igualmente aptas.
La experiencia ha demostrado que aquellos socios que han tenido valor para atacar el hielo de la indiferencia han logrado derretirlo, y resolver dificultades más serias que no se veía, y eran la causa de tanta frialdad.
(Pág. 216).
Legionario miles de almas se pierden porque no te preocupas en acercarlas a Jesús y a María, y la causa de esta desgracia es esa miserable e indigna caricatura que tenemos la osadía de llamar “ Devoción a la Santísima Virgen”, Dios nos está urgiendo a que tengamos a su bendita Madre una devoción más profunda. Probadlo y quedarás atónito al comprobar la eficacia de esta renovada devoción.
Todos somos siervos inútiles, pero servimos a un Maestro que es muy buen administrador, y no deja que se pierda nada, ni siquiera una gota de sudor de nuestra frente. Ten de tanto en tanto, recuerdo voluntario de tu consagración a la Santa Madre, dale calor y viveza con tus acciones y jaculatorias, tenla siempre presente al menos de una manera general y Ella ejercerá influencia real y absoluta en todas las circunstancias de tu vida.
San Juan Bautista como precursor fue delante del Señor para prepararle el camino y enderezar las sendas, fue también modelo de inquebrantable firmeza por la causa de Jesucristo por la que estuvo siempre pronto a morir y por la cual de hecho murió mártir. (Pág. 166)
El legionario debe vivir su apostolado a imitación de San Juan Bautista, preparando el camino y enderezando las sendas, para el encuentro de esa alma con Cristo nuestro Señor.
El fruto de la lealtad es la obediencia, y la obediencia se prueba con prontitud y buen animo en situaciones y decisiones desagradables y más aún aceptarlas con alegría – obediencia tan pronta y de corazón siempre cuesta, suele rayar en el heroísmo e incluso en el mismo martirio.
En conclusión la obediencia puede llegar a exigir un sacrificio parecido al martirio y es esta heróica y dulce sumisión, la que la Legión exige a sus socios ante toda autoridad legítima.
La obediencia es EL ALMA de todo gobierno, desobedecer es asestarle un golpe fatal. Pero el hilo de la vida legionaria se rompe con menos aún que la simple trasgresión voluntaria. Para aislar los Praesidia y los Consejos de la gran corriente vital de la Legión basta que sus respectivos oficiales descuiden sus deberes de asistir a sus juntas, o de mantener correspondencia con las autoridades legionarias también es destructora la actuación de oficiales y socios que cuando asisten a las juntas, crea la desunión por cualquier motivo que sea.( Pág.198 –199).
En todas partes sin excepción, hay necesidad de un apostolado legionario intenso; uno para encausar a los cristianos en el desarrollo de su vida apostólica, segundo para cuidar que los que viven su apostolado, no degeneren en rutina o materialismo, y tercero para socorrer a los que viven sumidos en la miseria o encenegados en el vicio. ( Pág. 214). Seria intolerable hacer limitaciones. Debemos animar a la perfección a todas esas multitudes que son también llamadas a la santidad, pero se contentan con cumplir lo más esencial de sus obligaciones cristianas. Afirma el Padre Fáber que un santo vale por un millón de católicos mediocres, y Santa Teresa dice que una sola alma todavía no santa, pero que trabaja para serlo, es más preciosa a los ojos de Dios que miles de almas que llevan una vida rutinaria. ( Pág. 348 –349).
San Carlos Borroneo solía decir que una sola alma es suficiente diócesis para un Obispo. Santa magdalena Sofía Barat, además de innumerables entrevistas, escribió unas 200 cartas a una sola alma rebelde.
¿Cuántos legionarios han porfiado diez o más años en ir tras determinadas almas, y todavía las están persiguiendo?
Hemos de ser celosos y perseverantes, animándoles SIEMPRE a ser mejores ( Pág. 221).
Estas son obras, por desgracia demasiado descuidadas, para vergüenza del nombre de católico (Pág. 280).
¿Acaso dejamos la cosecha sin recoger sólo por que alguna mano torpe pueda estropear algunas espigas? La Legión no ha tenido que lamentar ninguna falta grave de discreción y confiamos por la misericordia de Dios que no habrá motivo para temerla en lo futuro ( Pág. 222).
En los comienzos siempre habrá obstáculos. De lejos un bosque parece cerrado e impenetrable, pero es de fácil acceso en cuanto nos acercamos a el ( Pág. 222).
El solemne mandato de Jesús “ Id por todo el mundo y predicad el evangelio a todas las criaturas” ( Mc. 16, 15), son palabras que destacan la nota más alta de la Fe cristiana, pero desgraciadamente muchos no la escuchan ni la practican, basta dar una ojeada enrededor nuestro.
Cuando Cristo dijo: “ A todas las criaturas”, quiso decir a TODAS, que esa sangre preciosa llegue a tocar a todos y a cada uno por los que se derramó tan pródigamente. Esta es nuestra misión cristiana y legionaria, acercarnos a todos los hombres, en todas partes: A los más pequeños, a los más notables, a los cercanos, a los alejados, a la gente sencilla, a los hombres más malvados, a la choza remota, a todos los afligidos, a los de entraña diabólica, al faro más solitario, a la “ Magdalena”, al leproso, a los olvidados, a las victimas del vicio y de la bebida, a los delincuentes, a los que viven en cuevas o en caravanas a los empeñados en contiendas militares, a los que se esconden, a sitios no frecuentados, a los despojos de la humanidad, al tugurio más oculto, al desierto quemado por el sol, a la selva más espesa, a la tenebrosa marisma, a la isla desconocida, a la tribu ignorada, en fin hasta lo más recóndito, para ver si alguien existe allí. ¡nadie se escape a nuestra búsqueda, para que no veamos severo el rostro del bondadoso Jesús!(Pág. 366 – 367)
Fijémonos bien: nuestro Señor no manda que convirtamos a todos, pero SI que nos acerquemos a ellos. Lo primero no está a nuestro alcance, pero lo segundo si. Nuestro Señor no manda que demos pasos inútiles, ¿ Quien sabe? A lo mejor se avivan los fuegos de Pentecostés. ( Pág. 368).
Los legionarios debemos trabajar con ardor, a fin de no permitir que Herodes establezca su trono en los corazones, mientras que el Señor y su Bendita Madre, quedan relegados para siempre a un miserable establo
(Pág. 218). La regla es breve: difúndase la frecuencia de los sacramentos y la práctica de las devociones populares y se derretirá el pecado ante sus mismos ojos; basta con abrir brecha en un punto cualquiera ( Pág. 370). Si no nos apresuramos, salvaremos tal vez a otros hombres, pero no a esos que se habrán hundido ya en el abismo de la eternidad. ¿Cómo van a entender la verdad si nadie se la enseña? ( He. 8, 30-31) ( Pág. 373).
La Fe católica, aún en su exposición más sencilla, posee y blande unan espada fulgurante cuya eficacia está expresada en estas valientes palabras de Newman: “ siento vibrar en mí intensamente el poder conquistador de la verdad, de aquella verdad que lleva la bendición de Dios; una verdad cuyo dominio podrá retardar Satanás, más nunca impedir”.
Nada de enojos, de polémicas o imposiciones, toda palabra respire humildad, cariño, sinceridad. Y las acciones lo mismo que las palabras deben hacer resaltar esta verdad esencial ( Pág. 374). Tengamos en cuenta que la religión es cuestión de captarla más que de aprenderla: es una llama que prende fuego de una persona a otra , se difunde por el amor y no de otro modo. La aceptamos solamente de manos de aquellos que se portan con nosotros como amigos.
A los católicos afligidos por ansiedades, penas o sufrimientos de cualquier género, el legionario les aconsejará que recen, o que lean algún libro capaz de consolarlos; les hablará del amor de Dios, de la maternidad de María, con el deseo de animarlos y endulzar sus penas. Lo mismo se puede hacer con los no católicos, en los frecuentes periodos de prueba que agitan su vida ( Pág. 375-376).
Cada católico de convicción, por imperfecto que sea su conocimiento de la Fe posee una especie de cuadro mental de la misma, y también posee el poder de comunicar a la mente ajena lo que hay en su propia mente ( Pág. 386).
Es imposible irradiar la luz de nuestra Fe si no es en unión con María; donde Ella no actúa, los esfuerzos son como electricidad sin lámpara ( Pág. 387). Un apostolado indefinido es de muy poco valor (Pág. 349),
No le quepa a nadie la menor duda, en todas partes hay sitio de sobra para la Legión, lo que pasa es que todavía no se ha hecho el trabajo que debería hacerse( Pág. 219). El mal proviene de que nadie hace más de lo que es de estricta obligación ( Pág. 220), pero tarde o temprano los legionarios tendrán que acometer los trabajos más difíciles ( Pág. 361).
La Legión encarna sus ideales de conquista en una vida espiritual determinada, en una forma concreta de oración, en un trabajo semanal bien precisado, en informes semanales detallados y en un éxito comprobado que tiene su fundamento en el principio vital de su unión con María. ( Pág. 218).
Hacia los pastores de la Iglesia, se habrá de mostrar el amor filial que se les debe como padres y pastores espirituales. Los legionarios compartirán sus inquietudes y les ayudarán además de su trabajo legionario, con sus oraciones(Pág. 391).
Nota.- Jamás se permitirán los legionarios: Tomarse confianza excesiva, hacer bromas de doble sentido, poner apodos, propagar chismes o murmuraciones, etc. Respeto absoluto en toda circunstancia.